8 mar 2019

¿Quién está detrás de nuestras marcas preferidas?


Cuando nos vienen a la memoria marcas como Paredes, Kelme o Crube, tendemos a imaginarnos a nuestros recuerdos de niños con ellas, a nuestra infanca, y a personas que han vivido la historia de la marca desde hace muchos años, que prácticamente de forma constante las han lucido, llevado y usado con orgullo. Pero no, nada más lejos de la realidad.

Toda esa imagen, que se encargan muy bien de publicitar y destacar esas mismas firmas, recurriendo a valores como "retro", "calidad", "duradero", "histórico" (e incluso "mítico", en el caso de Paredes, casi nada...), es simplemente eso: imagen. Una cortina de humo. Puro escaparate. Normalmente los dueños de esas marcas solo se dedican a contar las ganancias y a cuantificar ventas, de todo lo demás hace tiempo que "pasaron del tema". Detrás de esas marcas se esconden empresas de marketing y de imagen, que se encargan de que te creas lo que no son mas que ficticias realidades en tu imaginación, que se dedican al cacareado "social branding" y similar, en aras de hacerte creer que son las marcas de toda la vida. Las mismas que conociste en tu infancia e incluso las mismas que conocieron tus padres. Pero no.




Llevan su imagen y las gestionan chavales (y chavalas) con indudable formación (para eso están ahí) en marketing, pero con experiencias muy posteriores a esos años en los que esa marca la vestíamos a diario o la adquiríamos cotidianamente. De hecho, lo más seguro es que esos mismos que la venden, publicitan y anuncian nunca hayan usado la marca, son meros representantes que ni habían nacido en aquella época en la que aquella marca cosechaba auténticos éxitos, por lo tanto no saben nada de todo ello. Lo más gracioso es que la gente se lo cree.

Si una firma, por legendaria que sea, externaliza su fabricación llevándola a China, convirtiéndose en meros "remarcadores" de factorías chinas que tanto les hacen unas zapatillas para Paredes hoy que unas de la misma calidad y con los mismos materiales para marcas blancas de Carrefour o Hipercor, si externaliza sus relaciones con los medios, su marketing, su publicidad, su presencia en redes sociales y hasta sus tiendas online y sus diseños, ¿qué queda de la marca original en cuestión? Humo, solo humo. De aquellas Paredes que conocimos no queda nada, de lo mismo que apenas queda nada de Kelme, o de galletas Fontaneda, solo un departamento burocrático de cuatro metros cuadrados en cualquier oficina, que simplemente ven pasar el tiempo contando los beneficios cada mes, qué pierden y qué ganan. Despreocupados totalmente y sin importarles lo más mínimo dónde o quién fabrica ya su producto, cuando no absorbidas por multinacionales o, como Joma, convertida en multinacional sin identidad propia alguna (ni conciencia).


No mencionemos siquiera a otras firmas, como Telefónica (Movistar), creciendo por décadas gracias al esfuerzo, tesón y sudor de muchísimos españoles que la levantaron de la nada, y ahora viendo cómo se ha convertido en un imperio y no solo les da la espalda a sus clientes de siempre, sino que les explota como si fuera una compañía extranjera cualquiera.

¿Qué ha quedado, por tanto, de nuestras marcas "de siempre", aquellas que tenían trabajadores aquí y fabricaban realmente aquí, en nuestro país? Vestigios. La mayoría son un negocio de mano de obra esclava alimentado por tu dinero, engañándote con sus campañas de modernidad y tecnología, tirando de historia y de recuerdos, que solo recuerdas tú. Otras veces, simplemente, te los implantan a costa de repetírtelos en carísimas (y cansinas) campañas publicitarias. A las agencias de imagen les importa un pepino, y es más: los que están en esas agencias ni siquiera lo han visto y vivido, es decir: que no saben de lo que hablan.


Nosotros, como consumidores, tenemos en nuestras manos cambiar todo eso. La próxima vez que vayas a adquirir un producto de una firma de esas, piénsatelo dos veces, y cuando no vendan nada, sus directivos y todo ese batiburrillo de empresas de imagen que los sostiene en el aire acabarían como han acabado sus empleados: en la ruina. No compres por historia solamente, compra por calidad y por integridad, y entre todos acabaremos con estas compañías que, cuando llegó el momento, tampoco les tembló el pulso en irse a China a fabricar productos basura y dejar aquí al pobrecito español con una mano delante y la otra detrás.


| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com

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