Hace unos años la Comisión del Mercado de la Competencia abrió un expediente contra la mayoría de marcas elitistas de relojería porque, a su entender, estaban realizando prácticas contrarias a la ley europea, en concreto a las que tienen que ver con la libre competencia, al no querer servirles piezas a los talleres independientes para que se pudieran reparar los relojes y, de esta manera, obligar a los clientes a tener que acudir al SAT de la marca.
Hace un tiempo ocurrió algo parecido con los talleres de automóviles multimarca, y las autoridades obligaron a que los fabricantes prestaran su servicio de recambios originales también a esos talleres. De hecho, marcas como Renault tienen redes de distribución para talleres independientes que no formen parte de su red oficial.
Pero en la relojería las cosas no sucedieron así. Los poderosos grupos suizos (como Swatch, que engloba a marcas como Omega, o el grupo LVMH, con marcas como TAG Heuer o Zenith, además de la Distribuidora Internacional de Alta Relojería S. A., Diarsa Alta Relojería Importación S. L.), sacaron toda su artillería y su ejército de abogados, y lograron que las autoridades españolas archivasen la causa. De esta forma, se aseguraban que quien adquiriese un reloj de alta gama y lo llevase al mantenimiento obligatorio cada dieciocho o veinticuatro meses, tuviese que pagar los abusivo sprecios de sus SAT sin rechistar.
La Unión Europa tomó cartas en el asunto con su caso 39097 sobre relojeros independientes y talleres de relojería que no querían (o no les daba la gana) adherirse a esos poderosos grupos suizos, y tardó nada menos que tres años (del 2011 al 2014) para llegar a una conclusión. Tuvieron que transcurrir luego otros tres años - nada menos - para que, tras el cierre del caso, se diera un veredicto (del 2014 al 2017). Finalmente se dictaminó que las prácticas de los fabricantes no eran contrarias a la ley, a pesar de toda la investigación y expedientes abiertos.
Con ello, los grandes grupos de la relojería de lujo salieron victoriosos y pudieron continuar con sus prácticas. Obviamente, en la teoría cualquiera puede reparar su reloj en un taller que no sea de la marca, que en la práctica lo consiga y esto ocurra es distinto.
| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com
Con esto se demuestra que todo es un negocio, incluyendo la relojería plagada de intereses.
ResponderEliminarIndudablemente, y cuando más lujoso es un reloj, más ceñido quieren que estés a ellos (se presupone porque así logran retener a clientes con más dinero).
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