7 mar 2019

La evolución de los calcetines


Una de mis marcas favoritas de calcetines es Wilson. Junto a una durabilidad reseñable, añade una relación calidad/precio bastante buena, además de ser fácilmente de encontrar en tiendas. Por si fuera poco, están hechos en Europa (su firma tiene la sede europea en Bulgaria, concretamente) y no en China, Pakistán o Vietnam, como la mayoría de prendas de ropa de este tipo.

Hace unos años adquirí un pack y he decidido que sería interesante comparar su evolución respecto a los mismos calcetines que se comecializan hoy en día. No es, por ello, una comparación de un elemento "vintage" o antiguo, sino de una prenda de hace unos pocos años. Pero aún así es llamativo lo que cambian productos de este tipo en solo unos pocos años.




A la izquierda de las imágenes podéis ver los calcetines Wilson "antiguos", y a la derecha los que hoy se comercializan. Lo primero que llama la atención es su precio. El mismo pack de tres pares costaba antes casi 6 euros (5,90, concretamente) mientras que ahora ese mismo pack, de la misma talla y modelo y con la misma cantidad -tres pares-, se puede adquirir por 4,50 €. Una diferencia de precio bastante reseñable, de nada menos que 1,4 €, sobre todo si tenemos en cuenta que Wilson sigue ofreciendo su servicio de satisfacción garantizada, de manera que si los compras y no estás contento con ellos, te devuelven su importe si se los envías (dudo que alguien haga uso de ese servicio, pero es un detalle que inspira confianza).

Mirando detalladamente su composición descubrimos una de las razones de ese descenso en su precio, sin duda obligados por la competencia feroz desde Asia: vemos que ahora han eliminado de su composición el nylon, y han aumentado la cantidad de algodón utilizado.


El uso de algodón es lógico en unos calcetines de este tejido, pero es una pista que nos habla de la calidad del calcetín. La mayoría de calcetines chinos y baratos, esos que encontramos por los mercadillos y en ofertas con packs de cinco o seis pares a dos o cuatro euros, tiene su lógica en el uso de mucho algodón en su composición, lo que abarata el producto. Lo importante en un calcetín son las fibras sintéticas, que le dan consistencia y durabilidad (obviamente en su justo equilibrio, tampoco sin pasarse), una presencia excesiva de algodón que no esté bien prensado ni tejido hará que el calcetín se"deshilache", desprenda todas esas molestas "briznas" de algodón que vemos pegadas al pie cuando nos lo quitamos, y aumenta su fragilidad. Esa es la razón de que esos calcetines tan baratos no nos duren más de dos o tres usos.

En Wilson han elevado la cantidad de algodón utilizado del 63% al 64%, parece que es un aumento mínimo, del solo un 1%, pero obviamente cuando fabricas miles de calcetines ese ahorro se nota. Aún así, y por fortuna, no llega aún a las elevadas proporciones de los calcetines chinos de rastrillo.


El ahorro no solo tiene que ver con eso, sino que lo peor es que ese aumento lo han hecho a costa de retirar el compuesto que hace de un calcetín una prenda duradera: el nylon. En su lugar se han quedado con el elastano -elastane o elasthanne- (que le aporta elasticidad) y el poliéster, en proporciones de 35%, frente al 30% que tenían antes (en elastano mantienen ese 1%). Los antiguos calcetines llevaban además un 6% de nylon (7% en el caso de las variantes a color, debido al aumento también de algodón en su composición, recordemos lo que comentábamos antes de la debilidad del algodón ante roces constantes y presiones), mientras que ahora ese compuesto ha desaparecido y en los nuevos no incorporan nada de nylon.

Aún así con este descenso en calidad de sus componentes (y en proporciones de los mismos, y aumento de la cantidad de algodón empleada) siguen siendo unos calcetines muy competitivos. Por desgracia aumentar la cantidad de tejido sintético y de nylon, y disminuir la cantidad de algodón, haría muy difícil que se pudieran vender a esos precios. Resulta incomprensible que habiendo tejidos resistentes (no solo el mencionado nylon, también la cordura) éstos no se empleen en este tipo de prendas de ropa, y cada vez haya más marcas que reducen la calidad de sus productos a base de meterles "borlas" de algodón.


Respecto a la compañía Wilson, en realidad es una marca deportiva de Wilson Sporting Goods Co., su fabricante, Delta Textile Bulgaria Ltd., solo los licencia para poder utilizar ese nombre. A pesar de ser, como decíamos al principio, una firma búlgara, los calcetines los hacen en Portugal. Delta Textile forma parte de la Delta Galil Industries, multinacional en la fabricación de ropa interior para hombre y mujer. Su historia no comienza en Bulgaria, sino que tenemos que trasladarnos a Israel, concretamente a las montañas de Galilea (cerca del monte Carmelo) en donde Mr. Dov Lautman funda Delta Galil en 1975. Lautman, nacido en Tel Aviv, estudió ingeniería mecánica en el prestigioso instituto estadounidense del MIT, y tras graduarse regresa a Israel donde empieza a trabajar en la compañía Sabrina Textiles, Ltd, como director general, hasta 1967. Pasa luego a Gibor Textile Industries Ltd., también como director general, hasta que en 1975 y tras haber adquirido suficiente experiencia en la industria textil decide fundar su propia compañía, la Delta. En 1988 la multinacional Sara Lee Corporation entra a formar parte del accionariado de Delta, adquiriendo el 25% de la compañía. En esa década de los ochenta la Delta Galil consigue posicionarse como el mayor fabricante de ropa interior de Israel, con un volumen de negocios que gira en torno a los 14,5 millones de dólares.

En la década del 2000 la Delta Galil no para de crecer, centrándose en el mercado de Norteamérica y adquiriendo firmas como la canadiense Dominion (fabricante de calcetines) o la Inner-Secrets, fabricante de ropa interior femenina. Con la adquisición de Auburn Hosiery Mills en el año 2003, la Delta pasa a utilizar la marca Wilson en Europa y Estados Unidos, dejando la firma Yodfat para licenciar productos en Israel. Continúa su expansión e inaugura factorías en China y refuerza su presencia fabril en Egipto. En el año 2008 su fundador, Dov Lautman, decide vender la compañía a un fondo de inversión, el GMM Capital LCC de Mr. Isaac Dabah. Por aquellos años Delta Galil tenía unas ventas de nada menos que 559 millones de dólares. La llegada de Dabah da un impulso a la compañía, entra en el índice NASDAQ y lanza una marca propia: Ecolife. A la vez, continúa con su expansión, y adquiere al poco tiempo la firma australiana de ropa interior Nearly Nude. En el 2012 decide entrar en el segmento del lujo, y adquiere la firma de ropa de noche KN (Karen Neuburger), de la Russell Newman Brands. Un año después adquire la firma de ropa de mujer Littlemissmatched, de los Estados Unidos, para firmar un año después acuerdos de colaboración con marcas como Columbia, Lacoste o Penguin, con el fin de fabricarles sus productos. Continúa también con su salto en calidad hacia el segmento del lujo, y en 2015 adquiere la firma californiana P. J. Salvage, mientras que firma acuerdos con nada menos que Puma. Sigue adquiriendo firmas, y el año pasado abre nueva factoría en Vietnam, trasladando su sede a Nueva York. Su último gran movimiento ha sido un acuerdo de colaboración con Calvin Klein, a quienes les fabricará, distribuirá y comercializará sus productos bajo su sello (de hecho lo lleva haciendo desde el año pasado).


Con todo esto nos damos cuenta que, aunque Wilson sea relativamente desconocida y sus productos relativamente baratos, son los mismos fabricantes o/y distribuidores de marcas tan elitistas como la mencionada Lacoste, Calvin Klein o Puma. Obviamente, con precios más elevados, porque la marca hay que pagarla (y también las licencias, ya que esas licencias no son propias y supongo que no serán baratas, y lógicamente ellos no van a pagarlas, sino el consumidor).

Volviendo a estos modelos de Wilson, por último, estos calcetines nos ofrecen una ventaja extra, que es la garantía de contar con tecnología antibacteriana. Esto, como suele ser habitual, se consigue sometiendo al producto a un tratamiento con plata. Ya lo disponían los modelos antiguos (bajo la denominación de "Ultra-Fresh", que ahora se llama "Silver Clean", como puedes apreciar en el etiquetado), y aunque personalmente prefiero que ese tratamiento antibacteriano esté en las plantillas del calzado (es más efectivo que en el propio calcetín), es un buen reclamo y aliciente para elegirlos por encima de otros calcetines de similar precio.


En resumen, son unos buenos calcetines que, curiosamente, lo eran bastante mejor antes, pero que han tenido que adaptarse y reducir precios a costa de algunas materias, como el nylon. Que continúen fabricándose en Portugal y que estén hechos con todas las garantías de una gran marca es un motivo más de valor para asegurarnos que, con los primeros usos, no acabemos con los pies llenos de trozos de calcetín que se desintegran más y más a cada paso. Obviamente hay firmas españolas mucho mejores, pero también son más caras y/o difíciles de encontrar (a no ser que adquieras el producto vía Internet), mientras que Wilson, al poder adquirirse en un gran número de tiendas, nos da una buena opción si no queremos caer en la tentación de los calcetines baratos chinos "de usar y tirar".












Una de mis marcas favoritas de calcetines es Wilson. Junto a una durabilidad reseñable, añade una relación calidad/precio bastante buena, además de ser fácilmente de encontrar en tiendas. Por si fuera poco, están hechos en Europa (su firma tiene la sede europea en Bulgaria, concretamente) y no en China, Pakistán o Vietnam, como la mayoría de prendas de ropa de este tipo.

Hace unos años adquirí un pack y he decidido que sería interesante comparar su evolución respecto a los mismos calcetines que se comecializan hoy en día. No es, por ello, una comparación de un elemento "vintage" o antiguo, sino de una prenda de hace unos pocos años. Pero aún así es llamativo lo que cambian productos de este tipo en solo unos pocos años.




A la izquierda de las imágenes podéis ver los calcetines Wilson "antiguos", y a la derecha los que hoy se comercializan. Lo primero que llama la atención es su precio. El mismo pack de tres pares costaba antes casi 6 euros (5,90, concretamente) mientras que ahora ese mismo pack, de la misma talla y modelo y con la misma cantidad -tres pares-, se puede adquirir por 4,50 €. Una diferencia de precio bastante reseñable, de nada menos que 1,4 €, sobre todo si tenemos en cuenta que Wilson sigue ofreciendo su servicio de satisfacción garantizada, de manera que si los compras y no estás contento con ellos, te devuelven su importe si se los envías (dudo que alguien haga uso de ese servicio, pero es un detalle que inspira confianza).

Mirando detalladamente su composición descubrimos una de las razones de ese descenso en su precio, sin duda obligados por la competencia feroz desde Asia: vemos que ahora han eliminado de su composición el nylon, y han aumentado la cantidad de algodón utilizado.


El uso de algodón es lógico en unos calcetines de este tejido, pero es una pista que nos habla de la calidad del calcetín. La mayoría de calcetines chinos y baratos, esos que encontramos por los mercadillos y en ofertas con packs de cinco o seis pares a dos o cuatro euros, tiene su lógica en el uso de mucho algodón en su composición, lo que abarata el producto. Lo importante en un calcetín son las fibras sintéticas, que le dan consistencia y durabilidad (obviamente en su justo equilibrio, tampoco sin pasarse), una presencia excesiva de algodón que no esté bien prensado ni tejido hará que el calcetín se"deshilache", desprenda todas esas molestas "briznas" de algodón que vemos pegadas al pie cuando nos lo quitamos, y aumenta su fragilidad. Esa es la razón de que esos calcetines tan baratos no nos duren más de dos o tres usos.

En Wilson han elevado la cantidad de algodón utilizado del 63% al 64%, parece que es un aumento mínimo, del solo un 1%, pero obviamente cuando fabricas miles de calcetines ese ahorro se nota. Aún así, y por fortuna, no llega aún a las elevadas proporciones de los calcetines chinos de rastrillo.


El ahorro no solo tiene que ver con eso, sino que lo peor es que ese aumento lo han hecho a costa de retirar el compuesto que hace de un calcetín una prenda duradera: el nylon. En su lugar se han quedado con el elastano -elastane o elasthanne- (que le aporta elasticidad) y el poliéster, en proporciones de 35%, frente al 30% que tenían antes (en elastano mantienen ese 1%). Los antiguos calcetines llevaban además un 6% de nylon (7% en el caso de las variantes a color, debido al aumento también de algodón en su composición, recordemos lo que comentábamos antes de la debilidad del algodón ante roces constantes y presiones), mientras que ahora ese compuesto ha desaparecido y en los nuevos no incorporan nada de nylon.

Aún así con este descenso en calidad de sus componentes (y en proporciones de los mismos, y aumento de la cantidad de algodón empleada) siguen siendo unos calcetines muy competitivos. Por desgracia aumentar la cantidad de tejido sintético y de nylon, y disminuir la cantidad de algodón, haría muy difícil que se pudieran vender a esos precios. Resulta incomprensible que habiendo tejidos resistentes (no solo el mencionado nylon, también la cordura) éstos no se empleen en este tipo de prendas de ropa, y cada vez haya más marcas que reducen la calidad de sus productos a base de meterles "borlas" de algodón.


Respecto a la compañía Wilson, en realidad es una marca deportiva de Wilson Sporting Goods Co., su fabricante, Delta Textile Bulgaria Ltd., solo los licencia para poder utilizar ese nombre. A pesar de ser, como decíamos al principio, una firma búlgara, los calcetines los hacen en Portugal. Delta Textile forma parte de la Delta Galil Industries, multinacional en la fabricación de ropa interior para hombre y mujer. Su historia no comienza en Bulgaria, sino que tenemos que trasladarnos a Israel, concretamente a las montañas de Galilea (cerca del monte Carmelo) en donde Mr. Dov Lautman funda Delta Galil en 1975. Lautman, nacido en Tel Aviv, estudió ingeniería mecánica en el prestigioso instituto estadounidense del MIT, y tras graduarse regresa a Israel donde empieza a trabajar en la compañía Sabrina Textiles, Ltd, como director general, hasta 1967. Pasa luego a Gibor Textile Industries Ltd., también como director general, hasta que en 1975 y tras haber adquirido suficiente experiencia en la industria textil decide fundar su propia compañía, la Delta. En 1988 la multinacional Sara Lee Corporation entra a formar parte del accionariado de Delta, adquiriendo el 25% de la compañía. En esa década de los ochenta la Delta Galil consigue posicionarse como el mayor fabricante de ropa interior de Israel, con un volumen de negocios que gira en torno a los 14,5 millones de dólares.

En la década del 2000 la Delta Galil no para de crecer, centrándose en el mercado de Norteamérica y adquiriendo firmas como la canadiense Dominion (fabricante de calcetines) o la Inner-Secrets, fabricante de ropa interior femenina. Con la adquisición de Auburn Hosiery Mills en el año 2003, la Delta pasa a utilizar la marca Wilson en Europa y Estados Unidos, dejando la firma Yodfat para licenciar productos en Israel. Continúa su expansión e inaugura factorías en China y refuerza su presencia fabril en Egipto. En el año 2008 su fundador, Dov Lautman, decide vender la compañía a un fondo de inversión, el GMM Capital LCC de Mr. Isaac Dabah. Por aquellos años Delta Galil tenía unas ventas de nada menos que 559 millones de dólares. La llegada de Dabah da un impulso a la compañía, entra en el índice NASDAQ y lanza una marca propia: Ecolife. A la vez, continúa con su expansión, y adquiere al poco tiempo la firma australiana de ropa interior Nearly Nude. En el 2012 decide entrar en el segmento del lujo, y adquiere la firma de ropa de noche KN (Karen Neuburger), de la Russell Newman Brands. Un año después adquire la firma de ropa de mujer Littlemissmatched, de los Estados Unidos, para firmar un año después acuerdos de colaboración con marcas como Columbia, Lacoste o Penguin, con el fin de fabricarles sus productos. Continúa también con su salto en calidad hacia el segmento del lujo, y en 2015 adquiere la firma californiana P. J. Salvage, mientras que firma acuerdos con nada menos que Puma. Sigue adquiriendo firmas, y el año pasado abre nueva factoría en Vietnam, trasladando su sede a Nueva York. Su último gran movimiento ha sido un acuerdo de colaboración con Calvin Klein, a quienes les fabricará, distribuirá y comercializará sus productos bajo su sello (de hecho lo lleva haciendo desde el año pasado).


Con todo esto nos damos cuenta que, aunque Wilson sea relativamente desconocida y sus productos relativamente baratos, son los mismos fabricantes o/y distribuidores de marcas tan elitistas como la mencionada Lacoste, Calvin Klein o Puma. Obviamente, con precios más elevados, porque la marca hay que pagarla (y también las licencias, ya que esas licencias no son propias y supongo que no serán baratas, y lógicamente ellos no van a pagarlas, sino el consumidor).

Volviendo a estos modelos de Wilson, por último, estos calcetines nos ofrecen una ventaja extra, que es la garantía de contar con tecnología antibacteriana. Esto, como suele ser habitual, se consigue sometiendo al producto a un tratamiento con plata. Ya lo disponían los modelos antiguos (bajo la denominación de "Ultra-Fresh", que ahora se llama "Silver Clean", como puedes apreciar en el etiquetado), y aunque personalmente prefiero que ese tratamiento antibacteriano esté en las plantillas del calzado (es más efectivo que en el propio calcetín), es un buen reclamo y aliciente para elegirlos por encima de otros calcetines de similar precio.


En resumen, son unos buenos calcetines que, curiosamente, lo eran bastante mejor antes, pero que han tenido que adaptarse y reducir precios a costa de algunas materias, como el nylon. Que continúen fabricándose en Portugal y que estén hechos con todas las garantías de una gran marca es un motivo más de valor para asegurarnos que, con los primeros usos, no acabemos con los pies llenos de trozos de calcetín que se desintegran más y más a cada paso. Obviamente hay firmas españolas mucho mejores, pero también son más caras y/o difíciles de encontrar (a no ser que adquieras el producto vía Internet), mientras que Wilson, al poder adquirirse en un gran número de tiendas, nos da una buena opción si no queremos caer en la tentación de los calcetines baratos chinos "de usar y tirar".











| Redacción: CadenaCuatro.com

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