Seguramente si nos pusiéramos a realizar un listado entre la mayoría de nosotros, respecto a los artículos que solíamos usar en nuestra infancia, habría algunas cosas que se repetirían y, entre ellas, las que más se nombrarían serían estas tres: un F-91 de Casio, el bolígrafo de Bic, y las tiritas o apósitos de Hansaplast.
El bolígrafo de Bic es esencial, se trata de uno de esos artículos al que todos recurríamos o bien como nuestro bolígrafo habitual o, en el caso de que tuviésemos otro modelo favorito, como un Inoxcrom Rocky, para casos de apuro.
Siempre que teníamos que salir a la papelería más cercana en busca de un bolígrafo, elegíamos un Bic porque nos aseguraba dos cosas: una gran calidad, muy pocos fallos, y un precio rompedor.
Esas eran las razones, en la mayoría de ocasiones, por las que elegíamos también el reloj de Casio, el F-91. Bien es cierto que, para los que hayan vivido los inicios de los ochenta, en lugar de un F-91 podría ser cualquier otro modelo similar, como el F-84 o el F-87, pero siempre uno de la serie "F". Ciertamente las mismas razones que hacían de los bolígrafos Bic algo tan atractivo, sirven también para los F-91: un reloj muy práctico, duradero, útil y fiable y, encima, a un precio irresistible.
De manera que, cuando nuestro reloj "de cuerda" o nuestro modelo de cuarzo preferido fallaba, y necesitábamos un reloj de inmediato, solo teníamos que dirigirnos al primer bazar que encontrásemos y pedir un F-91. No solo sabíamos que podríamos pagarlo sino que, además, saldríamos con un gran reloj.
Obviamente, luego -cuando los medios o los tiempos lo permitieran- sabíamos que volveríamos a elegir un modelo más "cool", elegante o caro, lo mismo que, tras adquirir el bolígrafo de Bic, sabíamos que en cuanto pudiésemos regresaríamos a la pluma estilográfica o a nuestro instrumento de escritura recargable, más "personal", exquisito y atractivo, pero siempre teníamos a mano esos otros artículos que estaban dispuestos en cualquier momento para sacarnos de cualquier apuro.
Por ello se explica que sean productos que han traspasado las fronteras del tiempo y eso lo demuestra el hecho de que aún hoy se pueden encontrar. Son tan imprescindibles y básicos que seguramente la mayoría de vosotros los tengáis en vuestras casas ahora mismo, y es llamativo que, además, ninguno de ellos haya cambiado de manos: los continúan fabricando las compañías que los fabricaban antes, lo que demuestra lo acertados e imperecederos que son.
Pensaréis quizá que qué tienen que ver los apósitos de Hansaplast en todo esto. Bueno, porque realmente responden a ese criterio de selección que os explicábamos al principio y, muy probablemente, sería uno de esos productos que se repetirían en nuestra vida diaria de niños. Porque ¿quién no tuvo que recurrir a una tirita? En aquellos años en donde todavía se jugaba mucho en las calles (o en los descampados, directamente) cubiertos de piedras, las heridas y rasguños estaban a la orden del día. No era como ocurre ahora con esos parques infantiles asépticos, donde los chavalillos juegan sobre superficies esponjosas y amortiguadoras. En nuestros tiempos si te caías tenías un porcentaje notoriamente elevado de hacerte daño o, al menos, hacerte una herida. Así que era lógico introducir las tiritas en este post, que junto con el Casio digital en la muñeca, y el bolígrafo de Bic en el bolsillo o la cartera, llevábamos pegadas (o medio despegadas...) por todas las partes de nuestro cuerpo, piernas y brazos principalmente. Cómo no recordarlas, a ellas que, junto con los F-91, y los bolígrafos de Bic, de tantos apuros nos sacaron y tan útiles nos resultaron.
| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com
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